Enamorada del Sr. Mafia - Portada del libro

Enamorada del Sr. Mafia

Goldy Lomotey

Capítulo 2: Amigos

Caminé en silencio por el pasillo y entré en el comedor. Mantuve los ojos en mi teléfono mientras esperaba en la fila.

Cuando por fin conseguí mi almuerzo, empecé a caminar hacia una mesa vacía hasta que oí que decían mi nombre. Me giré y vi a Alessandro haciéndome señas para que me acercara a su mesa.

Me acerqué lentamente, consciente de que todos me miraban.

Me paré junto a su mesa y busqué un asiento libre cuando me di cuenta de que el único libre estaba justo entre Giovanni y Alessandro.

Vaya, qué suerte tengo.

***

—Ese sí que es malo —dije, riéndome con nerviosismo. Ya habíamos terminado de comer y nos habíamos movido a las mesas de fuera para hablar, ya que la gente no dejaba de mirarme.

Les dije que no me importaba ya que lo habían estado haciendo todo el día, pero Alessandro insistió en que saliéramos.

Alessandro y yo nos contábamos chistes mientras el resto de los chicos hablaban de sus cosas.

—Vale, vale, tengo otro. ¿Qué le dice un techo a otro? Techo de menos —dijo Alessandro con seriedad.

La conversación de los chicos se detuvo y miré a Alessandro con los ojos muy abiertos antes de soltar una carcajada.

—¿Cómo se llama a una cría de elefante? —pregunté cuando recuperé el aliento.

—No sé, ¿cómo? —preguntó Alessandro.

—Elinfante —dije. Vi cómo Alessandro se partía de risa y los chicos negaban con la cabeza antes de volver a su conversación.

—Cuando era pequeño, me ponía M&M's en las orejas para poder oírlos hablar como en el anuncio —dijo Alessandro, haciéndome reír de nuevo.

Alessandro cogió su agua y empezó a beber un poco cuando se me ocurrió otra broma y una forma de fastidiar a Giovanni.

—Cuando era pequeña, corté la parte inferior del televisor para poder teletransportarme al mundo de la tele —dije, inclinándome hacia atrás.

Los ojos de Alessandro se abrieron de par en par y se echó a reír, haciendo que el agua se le saliera de la boca y cayera sobre Giovanni.

Giovanni giró lentamente la cabeza hacia Alessandro mirándolo fijamente. Daba mucho miedo.

—Lo siento —dijo Alessandro, que inmediatamente se puso muy serio.

—Giovanni —dijo Dimitri con cautela.

Los ojos de Giovanni se volvieron más oscuros y el ambiente divertido desapareció de repente. Empecé a levantarme discretamente y a alejarme lentamente de la mesa hasta que Alessandro me señaló con un dedo.

—Fue culpa suya —soltó Alessandro. Giovanni se volvió para mirarme y asintió lentamente con la cabeza.

—¿Sabes una cosa? Tienes razón —dijo Giovanni, levantándose lentamente.

Me quedé helada hasta que Noé me tendió la mano, haciendo que todos mis sentidos volvieran a estar presentes. Corrí rápidamente hacia el interior del edificio, pero pude oír los estruendosos pasos de Giovanni detrás de mí.

Los estudiantes me miraban mientras pasaba corriendo junto a ellos, y lo único que se oía era mi risa y los pasos de Giovanni detrás de mí.

Doblé una esquina e inmediatamente me arrepentí al darme cuenta de que era un pasillo sin salida y que estaba abandonado. Intenté abrir las puertas solo para darme cuenta de que estaban cerradas.

—Podría haberte dicho que estaban cerradas.

Me giré y vi a Giovanni detrás de mí con los brazos cruzados sobre el pecho.

—Lo siento mucho, mucho. Por favor, no me hagas nada. Solo quería vengarme de ti por haberte metido conmigo en clase, y sabes, no creía que fuera a tener tanta agua en la boca —dije, mordiéndome el labio nerviosamente.

Me devolvió la mirada con una expresión inexpresiva, y yo empecé a retorcerme bajo su mirada. Se acercó un paso a mí mientras yo empecé a retroceder.

Continuamos así hasta que mi espalda chocó con una puerta y no tuve otro lugar donde ir. Puso sus brazos a ambos lados de mi cabeza, haciéndome una encerrona.

—¿Qué debería hacer contigo? —preguntó Giovanni, bajando la cabeza a mi nivel.

—¿Dejarme ir? —pregunté con una risa nerviosa. El labio de Giovanni se crispó, y vi cómo una sonrisa se abría paso en su rostro, haciendo que mi aliento se me atascara en la garganta.

—Vaya —murmuré en voz baja. Estaba guapo con esa sonrisa de suficiencia, y me costó todo lo que había en mí recordar cómo respirar.

—¿Qué? —preguntó Giovanni, mirándome con curiosidad.

—N-nada —dije moviendo la cabeza. Me lamí los labios, sintiendo de repente que estaban extremadamente secos, y los ojos de Giovanni siguieron los movimientos de mi lengua.

Me mordí el labio con nerviosismo mientras él empezó a acercarse lentamente a mí con sus ojos todavía puestos en mis labios. Sentí que mis ojos se cerraban y mis dientes se hundían más en mi labio.

—Giovanni, no la mates, tío —oí una voz y enseguida la reconocí: la de Alessandro. Mis ojos se abrieron de par en par solo para encontrarse cara a cara con Giovanni…

Excepto que esta vez... Esta vez sus ojos eran cálidos, y podía ver tantas emociones flotando a través de ellos que era difícil decir lo que estaba sintiendo.

—Ni en sueños —susurró Giovanni, haciendo que sus labios rozaran los míos. Me estremecí bajo su mirada y volví a morderme el labio.

—¿Dónde estás? —Escuché a Dimitri preguntar.

Giovanni parpadeó y vi cómo sus ojos volvían a su estado habitual de ausencia. Se apartó de mí y nos dirigimos hacia la puerta de clase.

—¿Estás bien? —pregunté en voz baja.

—No te preocupes —dijo con dureza mientras se metía las manos en los bolsillos. Me sentía un poco dolida y no pude evitar preguntarme si había hecho algo malo.

Quise expresar mis pensamientos, pero me mordí la lengua al ver que los chicos empezaban a caminar hacia nosotros.

—¿Qué pasa? —preguntó Alessandro, deteniéndose directamente frente a mí y estudiando mi rostro. Me mordí el labio y negué con la cabeza para tranquilizarlo.

Alessandro miró entre Giovanni y yo antes de tirar de mí para abrazarme. Le rodeé lentamente el torso con los brazos y apoyé la cabeza en su pecho.

—Estoy bien —murmuré.

—De acuerdo —dijo Alessandro sin soltarme. Sonreí y lo apreté con más fuerza.

Sonó el timbre y me alejé de él.

—¿Quieres hacer pellas? Es la última hora y siempre lo hacemos —dijo Alessandro con una sonrisa esperanzadora. Asentí lentamente con la cabeza y me mordí el labio con nerviosismo.

—Tengo que coger las cosas de mi taquilla —dije, señalando hacia donde estaba mi taquilla.

Alessandro asintió y miró a los chicos.

—Nos encontraremos con vosotros en el coche —dijo Alessandro, sin dejar de mirar a Giovanni.

Giovanni puso los ojos en blanco pero se alejó, con Dimitri y Lorenzo siguiéndole de cerca.

—Podrías haberte ido con ellos, ya sabes —dije mientras empezábamos a caminar hacia mi taquilla.

—Lo sé —dijo Alessandro con una sonrisa.

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