Sorpresa de cumpleaños - Portada del libro

Sorpresa de cumpleaños

Meghann Crane

Capítulo 2

Sentía que mi cuerpo ardía. Cada vez que Dimitri y Max me tocaban, me encendía.

Siempre había sido así. Cuanto más tiempo pasaba con ellos, más los deseaba. Esa noche no fue diferente. En ese momento, no me importaba que estuviéramos en una playa y que alguien pudiera vernos; sólo los deseaba.

Atraje la cara de Max hacia la mía y uní mis labios a los suyos. Luego, me volví hacia Dimitri para hacer lo mismo con él.

Dimitri y Max eran hombres sexys y rudos, pero eran dulces conmigo. Sólo conmigo. Me encantaba ver su lado cariñoso.

Aunque nuestras vidas estaban llenas de violencia, el mero hecho de saber que aún tenían un lado suave y que querían cuidar de mí me enganchaba aún más a ellos.

—Quitaos las camisas —les exigí. Quería ver sus cuerpos, tocar su piel desnuda y sentir el calor que irradiaban. Me encantaba recorrer sus cuerpos y sentir las cicatrices que habían acumulado a lo largo de los años.

Hicieron lo que les pedí y rápidamente volvieron a centrarse en mí. Dimitri me bajó la cremallera del vestido y Max me ayudó a deslizarlo por los hombros.

—Eres jodidamente hermosa, Abejita.

No llevaba sujetador, así que mis pechos quedaron expuestos al aire nocturno, haciendo que mis pezones se endurecieran al contacto con la brisa. Max colocó su boca sobre uno de mis pechos, aliviándolo con su lengua mientras lo mordía juguetonamente.

—Túmbate —me ordenó Dimitri.

Hice lo que me pidió, y en cuanto estuve boca arriba, me bajó el vestido y el tanga, dejándome completamente desnuda.

—Oye, ¿cómo es que soy la única desnuda aquí?

—Paciencia, Myshka —dijo Dimitri como para tranquilizarme.

Mientras Max se entretenía con mis pechos, Dimitri exploraba mi cuerpo ahí abajo, colocándose entre mis piernas.

La lengua de Dimitri empezó a acariciar el contorno de mi coño, haciéndome gemir de frustración. Le agarré del pelo y le empujé la cara hacia mí, lo que le hizo reír.

Lo sujeté para que su lengua pudiera moverse en círculos alrededor de mi clítoris.

—¡Quiero más!

—Abejita, no seas tan impaciente. ¿Deberíamos darle lo que quiere? —le preguntó Max a Dimitri.

—Sólo si nos lo ruega.

—¡Ya lo has oído, Abejita! —Max se rio entre dientes antes de acercar su cara a mi cuello, dejando tras de sí un rastro de dolor agudo mientras me mordisqueaba la piel.

—Por favor, dádmelo. Quiero más.

—¿Darte qué? —Dimitri susurró.

—Vuestra polla. Por favor, quiero que me folléis.

Dimitri dejó de hacer lo que estaba haciendo, se levantó y empezó a quitarse el resto de la ropa.

—Rodillas arriba y piernas abiertas, Myshka —ordenó.

Hice lo que me pidió y vi cómo se ponía de rodillas y atraía mi cuerpo hacia el suyo. Empezó a empujar sus caderas rápida y bruscamente, su cuerpo entrando en el mío mientras Max se desnudaba a mi lado.

Sí, esto es lo que quería, pensé. ~Me encanta cuando son bruscos conmigo, la forma en que me duele cuando estoy llegando al orgasmo. Es sumamente adictivo. ~

Fue cuestión de minutos que el orgasmo se apoderara de mí por completo. Con la espalda arqueada y los dedos de los pies curvados, me encontré jadeando.

—¿Estás lista para más? —preguntó Max, besándome el hombro.

—Oh, sí. Siempre estoy lista para más.

Dimitri se deslizó fuera de mí para sentarse a mi lado. —Ven y cabálgame, Myshka.

Sin vacilar ni demorarme, me puse a horcajadas sobre Dimitri, introduciéndome lentamente su polla. Me encantaba esta posición porque me daba todo el control y podía concentrarme en mi propio placer.

Rodeé a Dimitri con mis brazos y planté mis labios en los suyos mientras movía lentamente las caderas.

Cuando Dimitri se tumbó, Max se colocó detrás de mí. —Cabálgalo, Abejita.

Me agarró los pechos por detrás y empezó a masajearlos, tirando de vez en cuando de mis pezones.

—Ya casi estoy —gemí.

—Continúa. Sigue hasta que explotes sobre su polla.

Cuando esa sensación familiar empezó a burbujear de nuevo en mi entrepierna, aceleré el ritmo. No tardé en dejar que ese placer orgásmico se apoderara de mí por segunda vez en la misma noche.

Abrumada, me desplomé sobre Dimitri mientras Max me frotaba la espalda. Dimitri bajó la cabeza para besarme. Al mismo tiempo, sentí que Max me penetraba por detrás.

Hacía tiempo que no me follaban así, pensé. ~Lo echaba de menos~. Se habían vuelto muy suaves conmigo desde que di a luz. En realidad, había echado de menos la forma brusca en que solían tratarme durante el sexo.

—Lo quiero duro, Max. No te contengas.

Mi permiso fue todo lo que Max necesitó para empezar a penetrarme el culo con tanta fuerza que me hizo chillar.

—¿Es esto lo que querías? ¿Quería nuestra sucia niña ser follada como una puta?

—¡Mmm, sí! —gemí.

A estas alturas, mi cuerpo se había vuelto sensible a causa de los dos primeros orgasmos, y empezaba a sudar frío. Pero no me importaba. De hecho, quería que Dimitri empezara también.

—Estoy lista para ti, Dimitri —susurré.

Dimitri empezó a mover lentamente las caderas hacia delante y hacia atrás. Pronto se sincronizaron: Cuando Dimitri empujaba, Max salía, haciendo que se movieran casi como uno solo.

—¡Joder! —grité. Me sentía llena; no quería que esto terminara—. ¡Me encanta! Por favor, por favor, ¡no paréis!

Mi tercer orgasmo me cogió por sorpresa. Sin previo aviso, un placer explosivo se apoderó de mí. Empecé a gemir sus nombres una y otra vez, dejando que esa sensación me inundara.

—¡Eres jodidamente hermosa! —gritó Dimitri al correrse. Me estrechó contra su pecho mientras Max me agarraba el pelo en un puño y me penetraba hasta correrse él también. Luego se tumbó a nuestro lado en la manta.

—He echado de menos esto —suspiré, dando vueltas entre ellos—. Os quiero a los dos.

—Oye, no te duermas todavía, Abejita. No hemos terminado contigo.

Les sonreí y dejé escapar otro suspiro. —Adelante, entonces.

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