La segunda oportunidad del rey Alfa - Portada del libro

La segunda oportunidad del rey Alfa

Skylar Greene

Capítulo 2

JASPER

Antes de llegar al reino humano, envié a mis guardias a investigarlo. No estaba preocupado, pero tenía que asegurarme de que era un lugar seguro. Mi guardia me ha informado de que el rey Oscar vive en un pueblo bastante tranquilo y que vio a una criada lavando en un río lo que supuso que era el vestido de la princesa.

He oído hablar de la princesa. Dicen que es la mujer más bella del reino y que es una loba. Espero que sea mi pareja para no tener que seguir buscando. Ya tengo veinticuatro años.

―Sin embargo, la doncella tenía mejor aspecto que la princesa ―continúa mi guardia mientras conducimos hacia el reino―. Tenía curvas en todos los lugares correctos.

Con eso, aparcamos frente a la mansión del rey Oscar. Mucha gente rodea la casa, probablemente queriendo vernos.

―La chica de amarillo es la princesa y la de azul es su doncella. Son las chicas que vi junto al río. ―me dice mi guardia cuando salimos del coche.

Asintiendo, empiezo a caminar hacia el rey, pero entonces mi lobo capta un delicioso aroma y giro la cabeza hacia la derecha. Respiro hondo y establezco contacto visual con la chica del vestido azul.

―Compañera… ―refunfuña Rafe, mi lobo~.~

―No la quiero, Jasper. Una criada no puede ser una princesa.

―Sin embargo, tiene un buen polvo. Apuesto a que su loba nos dejaría follarla.

―Cálmate, Rafe. No la aceptaremos como compañera. Aunque es preciosa, bastante más que la princesa. Tal vez podamos conseguir que la princesa venga a casa con nosotros y la doncella también.

Aparto la mirada de la chica y me detengo frente al rey Oscar. Huele a humano, pero sus dos hijos y la criada son claramente lobos.

«Es extraño que su hija no sea una loba… Parece que Ezra estaba mal informado».

―Príncipe Jasper ―dice el rey, estrechando mi mano.

―Rey Oscar.

―Permíteme presentarte a mis hijos ―dice, y sus hijos y la criada dan un paso al frente.

El rey rodea con su brazo el hombro de la chica, y entonces mi guardia nos interrumpe.

―La doncella ―dice.

Se oyen jadeos a nuestro alrededor. El aire parece congelarse durante un segundo antes de que el rey Oscar se ponga serio.

―Esta es mi hija, la princesa Freya. No estoy seguro de por qué pensabas que era una doncella ―Señala a cada uno de sus hijos―. Estos son los príncipes Nicholas y Lance, mis hijos.

Huelo el miedo de mi guardia. Obviamente está nervioso porque me dio información errónea y nos avergonzó frente al rey y mi compañera. De acuerdo, él no sabía que ella era mi compañera, pero aún así... La menosprecié por su información errónea.

Mi guardia se aclara la garganta.

―Mis disculpas, señor. La vi lavando el vestido de esta mujer en el río antes.

El rey Oscar mira de reojo a su hija. Ella levanta la barbilla, pero el resto de su cuerpo permanece inmóvil. Percibo un poco de miedo cuando su padre la escruta.

―No deberías haber estado espiándonos ―susurra enfadada, en voz lo suficientemente baja como para que solo su padre, sus hermanos, mis guardias y yo podamos oírla.

Los hermanos de la princesa Freya giran la cabeza hacia ella, pero ella los ignora. El rey sonríe.

―Peleona… ―dice Rafe, y tengo la sensación de que no tenemos ni idea de lo luchadora que es.

***

Después de ese pequeño malentendido, el rey nos invita a su casa, pero la princesa se niega siquiera a mirarme. Me llevan a mi habitación y me dicen que descanse y me refresque antes de la cena, pero lo único que puedo pensar es que tengo que encontrar a mi compañera y hablar con ella.

En cuanto salgo de mi habitación, veo a la chica que iba con mi compañera. Me hace un pobre intento de reverencia.

―Príncipe Jasper...

―¿Dónde está la princesa Freya?

La chica se burla en voz baja, pero yo la oigo y frunzo el ceño.

―Está con su padre ―responde―. ¿Quieres que te enseñe el lugar?

Ignorándola, olfateo y dejo que mi nariz me lleve hasta mi compañera. En un pasillo no muy lejos de mi habitación, oigo voces.

―¿Cuántas veces te he dicho que te comportes como una princesa aunque no estés en casa? Una princesa no lava la ropa de sus amigas. ¿Por qué estabas lavando su vestido? Ya es mayorcita; puede lavar su propio vestido.

―Papá, no fue así. Derramé un poco de café en su vestido y tuve que quitárselo. No habría sido un problema si alguien no hubiera enviado a sus guardias a espiarnos. Sabes que eso es lo que hizo, papá. Envió a su guardia a espiarnos. Igual que nos está espiando ahora mismo... ―Hace una pausa y añade, con actitud―: Deberías salir de tu escondite, puedo olerte.

El rey parece horrorizado.

―Freya, ten modales.

Doblo una esquina y veo a la princesa echando humo. Sonrío y me vuelvo hacia el rey. ―Está bien, rey Oscar. Tiene razón: antes envié a mis guardias. No era para espiarte, sino para asegurarme de que éste era un lugar seguro para mí. Ya sabes que ciertas zonas no son seguras para los de mi especie.

El rey asiente, pero mi compañera parece enfadada.

―Bueno, ya que hemos aclarado todo, me voy, papá ―dice.

Antes de que la princesa Freya pueda irse, la agarro del brazo. Las chispas se extienden de mis dedos a mi brazo, y el grito ahogado de mi compañera me dice que ella también lo siente.

Retiro la mano y me aclaro la garganta.

―Mis disculpas. Rey Oscar, ¿puedo hablar con su hija a solas?

Me doy cuenta de que la princesa quiere decir que no, pero su padre se le adelanta.

―Por supuesto, príncipe Jasper ―responde.

La princesa Freya se limita a poner los ojos en blanco mientras su padre se aleja de nosotros, pero una vez que está fuera del alcance de nuestros oídos, se vuelve hacia mí.

―¿Qué quieres? ―Ya no tiene la voz dulce e inocente que usaba con su padre. En su lugar hay veneno.

Me río mientras ella me lanza una mirada asesina.

―A ti. Te deseo ―le digo.

Se burla y luego se ríe.

―Tienes que estar de broma. Por la forma en que me miraste antes, me di cuenta de que no me querías. Ahora te echas atrás porque has descubierto que no soy una criada.

No se equivoca. No la quería cuando pensaba que era una criada. Pero no puedo dejar que lo sepa.

―No es así. Yo...

La princesa Freya levanta la mano.

―Corta el rollo. Fue así, no hay necesidad de mentirme. Apuesto a que tu lobo incluso pensó lo mismo... ¡Ja! Mira tu cara. Tengo razón, ¿no?

Estoy sin palabras. Atónito. Nunca nadie me había hablado así, excepto mi hermano.

La princesa Freya es muy franca. La mayoría de las chicas harían cola para tener una oportunidad conmigo, pero a mi compañera no le importa en absoluto mi título. Aún así, sus siguientes palabras me pillan desprevenido.

―Adelante, recházame.

La agarro de la muñeca y acerco su cuerpo al mío. Mi cuerpo cobra vida con ella tan cerca de mí.

―No. No te rechazaré y tú no me rechazarás. Estamos hechos el uno para el otro.

La princesa Freya intenta zafarse de mi agarre, pero no la suelto.

―Antes no me querías. No hay razón para que me quieras ahora ―responde.

Acerco mi cara a la suya, pero me detengo antes de que nuestros labios se toquen. Se queda paralizada y sé que la estoy afectando tanto como ella a mí.

―No habrá rechazo ―insisto, inclinándome aún más―. Estoy seguro de que al final de la semana nos aceptaremos el uno al otro.

Justo cuando empiezo a fruncir el ceño, oigo unos pasos que se acercan a nosotros. La princesa niega con la cabeza y se aparta de mí, pero sé que me habría dejado besarla. Me pregunto a qué sabrán sus labios carnosos.

La princesa Freya está de pie a un palmo de mí cuando su amiga aparece.

―Um, espero no interrumpir nada. Quería ver si el príncipe Jasper estaba disponible.

Mi compañera se aleja aún más de mí.

―Sí, lo está, Penélope. ―Luego se da la vuelta y se aleja, dejándome con la criada.

Penélope se acerca más a mí.

―Es una estirada ―dice una vez que estamos solos―. No podrás meterte en sus pantalones, pero podrías meterte en los míos.

Estoy desconcertado. Esta chica actuó tímida e inocentemente delante de la princesa Freya, pero lo que dice ahora muestran su verdadera faceta. La princesa puede pensar que es su amiga, pero no lo es.

―¿Perdona? ―pregunto mientras Rafe expulsa nuestra aura.

De repente, la chica parece nerviosa, aunque probablemente no sepa por qué.

―Um, solo decía... Que… Si necesitas liberar algo de ese estrés, entonces puedo ayudarte mientras estés aquí ―tartamudea.

Penélope levanta la mano para intentar tocarme, pero me alejo de ella.

―No voy a necesitar tus servicios ―le digo.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea