Sí, señor Knight - Portada del libro

Sí, señor Knight

Natalie Roche

Dame fuerza

JAMIE

Estuve trabajando como una esclava para el señor Knight todo el día.

No el padre, el hijo.

Desde que le había pillado a él y a Jen me tenía corriendo como un pollo sin cabeza. Era su manera de castigarme.

Estaba claro que ahora me tenía manía, y yo tampoco le tenía mucho cariño.

Mi teléfono sonó en el escritorio junto a mi ordenador. Miré hacia abajo y vi que era de Ethan.

¿Por qué no me sorprende? Estoy segura de que está comprobando para ver cuánto tiempo voy a estar, y yo ni siquiera iba a fichar en 15 minutos. ~

—¡Ethan!

—Ya estamos en Lacey y hay una bebida aquí que lleva tu nombre. Espero que estés en camino.

~¿Muy impaciente? ~

—Todavía no he terminado el trabajo: seis, por si lo has olvidado.

Cogí mi bolso negro, uno de diseño con el que mis padres me habían mimado las pasadas Navidades. Metí mis cosas en él.

—Bueno, date prisa. Carmen sólo ha bebido una copa y ya está resultando ser un gran dolor de cabeza.

Se rió. Podía oír la alegre voz de Carmen en el fondo dándolo todo. Esos dos...

—Muy bien, me iré pronto. No te vas a creer la pesadilla de día que he tenido. Tengo tanto que...

Me interrumpió el carraspeo de una persona detrás de mí.

Oh mierda. ~

Me giré y le vi de pie junto a mi mesa, con los brazos cruzados como siempre, con la expresión más cabreada en su rostro.

Mi corazón se aceleró, mis mejillas ardieron.

—Er, me tengo que ir, nos vemos pronto.

Colgué el teléfono antes de que Ethan tuviera la oportunidad de responder. Me quedé con las piernas temblorosas, sin saber qué decir o hacer.

—¿Está todo bien, señor Knight?

Me miró fijamente durante unos segundos.

—Voy a necesitar que trabajes hasta tarde esta noche, Jamie. Hay algo que hay que hacer para el lunes por la mañana.

—Pero... Yo…

—¿Pero tú qué? ¿Tienes mejores cosas que hacer que salvar tu flamante trabajo? No cometas el error de ponerte en mi contra dos veces en un día, Jamie. No terminará bien para ti.

~¡Pedazo de capullo! ¡Me está castigando a lo grande! ~

Tenía planes y no tenía más remedio que cancelarlos ahora.

~Realmente necesito este trabajo y él lo sabe. Estoy bajo su control. ~

—Vale, um, claro. Puedo quedarme.

Me entregó una pequeña carpeta.

—Cincuenta copias. Seguro que te parece bien. Y hazlo rápido, tengo que agendarte unas cosas después.

Reuní una sonrisa, tratando de mostrar que no me molestaba, lo que por supuesto estaba haciendo.

~Voy a tener que enviar un mensaje a los demás y decirles que se me hace tarde. Mason Knight no puede retenerme aquí tanto tiempo. ~

Mason se dio la vuelta y se dirigió a su despacho, llamándome por encima del hombro.

—Por cierto, nada de llamadas personales en horario de oficina. Espero no tener que advertirte de nuevo.

Por supuesto, se aseguró de decirlo lo suficientemente alto como para que todos en la oficina lo escucharan.

Ooh, la nueva chica está en problemas con el Gran Jefe Malo.

~¡DAME FUERZAS! ~

Una hora más tarde atravesé la oficina con una pila de papeles en los brazos tan alta que tuve que asomarme a su alrededor para ver por dónde iba.

Noté que Jen salía de la oficina del señor Knight. No parecía feliz.

—Oh Jen, ¿puedes sujetarme la puerta por favor? —pregunté con desesperación, sintiendo el peso de mil páginas.

En lugar de sujetar la puerta, me miró fijamente y se dirigió al ascensor como una mujer despechada.

¿Cuál es su maldito problema? ~

La vi entrar. La mujer me tenía manía desde el momento en que entré en el edificio. No era una persona que ocultara sus sentimientos.

Haciendo malabares con la pila de papeles, llamé a la puerta del señor Knight. Esperaba por Dios no tener que enfrentarme a su ira de nuevo hoy.

—¡Entra!

Estaba segura de que sabía que tenía una pila de archivos, pero decidió no levantarse y abrir la puerta para ayudarme.

Jugueteé con la manilla hasta que finalmente conseguí abrirla y la empujé hasta el final con el trasero.

Me di la vuelta sudando y me dirigí hacia él.

—Veo que has aprendido la lección —Se inclinó hacia adelante en su silla con una sonrisa. »Supongo que hay esperanza para ti después de todo.

—No soy de las que cometen el mismo error dos veces —Dejé los archivos frente a él en el escritorio de madera oscura—. Hice cincuenta y cinco copias por si acaso.

Me estaba costando toda la fuerza de voluntad que tenía en mí ser amable con él.

Sus ojos recorrieron la pila de papeles. —Ya me parecía que era demasiado. Tus brazos deben estar cansados después de un duro trabajo.

¿De verdad?

¿No podría denunciarle por la forma en que me está tratando? ~

Sin embargo, eso no me funcionó con mi último jefe… ~

Cogí un folleto de la parte superior y me incliné ligeramente hacia delante, colocándolo delante de él.

—Así que esta parte de aquí, la hice en negrita para llamar más la atención.

—Bueno, ciertamente estás llamando mi atención.

La sonrisa del señor Knight seguía en su sitio.

—¿Querías dejar ese botón abierto?

Señaló mi blusa con el bolígrafo que tenía en la mano.

Miré hacia abajo y me di cuenta de que mi blusa blanca estaba abierta entre los botones, dejando a la vista mi sujetador azul bebé.

Quiero decir, no era como si fuera evitable; estaba justo en frente de él.

—¡Oh! —Me enderezó y arregló la brecha.

—¿Hiciste eso... Para mi beneficio?

Se sentó de nuevo en su silla y sus ojos recorrieron mi cuerpo.

—Son sólo pechos. He visto muchos. Soy un hombre.

Estoy segura de que lo ha hecho, de todas las formas y tamaños. El último par que vio fueron los de Jen, y parecía que estaba recibiendo un buen puñado. ~

Me crucé de brazos sobre el pecho. —¿Necesita algo más de mí? ¿O está bien que me vaya?

~Por favor, dime que puedo irme. Te lo ruego. ~

—No te necesito para nada más. Considera este el final de tu castigo. Ahora sabes que no debes volver a cruzarte conmigo.

No te levantes ante él, Jamie. ~

—Tomo nota. Nos vemos el lunes por la mañana, entonces.

Salí, cogí mis cosas de detrás del escritorio y me fui a toda prisa, antes de que pudiera cambiar de opinión.

***

—Siento mucho llegar tarde, ¡perdóname! —les supliqué mientras me deslizaba por la mesa al lado de Carmen, que sorbía Jack & Cola con una pajita.

Ethan movió una copa de vino a través de la mesa hacia mí.

—Han pasado casi dos horas, ¿por qué has tardado tanto?

—Mason Knight me hizo hacer unas fotocopias porque le pillé tirándose a Jen, la de finanzas, en su despacho.

Levanté la copa de vino, dando un merecido trago después de un día largo, duro y agotador.

—Esa perra afortunada —murmuró Carmen—. ¿Qué tiene ella que no tenga yo?

—Tetas enormes —respondí—. Pero créeme, no quieres a ese hombre. Es un imbécil con cero respeto por nadie.

—Oh, no necesito que me respete, sólo necesito que me dé placer. Quiero ver cómo es sin una puntada de ropa.

Me guiñó un ojo.

—¿Tal vez puedas llevarme a esa fiesta de Navidad?

—No se me permite llevar a nadie, es sólo del personal.

Volví a dejar el vaso sobre la mesa.

—No creo que vaya a ir de todos modos, ni siquiera por las bebidas y el buffet.

Las fiestas navideñas de la oficina no eran lo mío.

—Tienes que ir, Jamie —protestó Ethan—. No puedes perderte una fiesta en Knight & Son. He oído que habrá strippers en postes y fajos de billetes que se darán a todos los que se presenten.

Puse los ojos en blanco. —Lo pensaré y decidiré la semana que viene.

No me interesaba, pero sabía que tenía que esforzarme más por conocer a la gente con la que trabajaba.

Además del hecho de que quiero permanecer en el lado bueno de Harry.

Y en el de Mason.

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