Al fin - Portada del libro

Al fin

Elfy G

Capítulo 2

JAMIE

A los trece años, mi hermano y Finn se preparaban para irse a la universidad.

Will decidió reunirse con sus amigos por última vez antes de irse, y tuvo la amabilidad de dejar que me quedara con ellos. A cambio, prometí no avergonzarle delante de todos.

Estaba contenta porque eso significaba que podría pasar un poco más de tiempo con Finn. A menos que esa chica Nathalie apareciera esta noche también.

Odiaba a esa chica.

¡Debería ir a buscar algo que ponerme para la ocasión! Quizás podía pedirle a Kristen que me ayudara con eso… Ella parecía tener buen gusto para la ropa.

No tardé en encontrarme frente a la puerta de la habitación de mi hermano y, sin perder tiempo, la golpeé con fuerza para asegurarme de que me oyera.

—Jamie, ¿qué te dije de la forma en que llamas a mi puerta? —protestó, abriéndola—. Estaba en medio de algo.

Me asomé a su habitación y vi que estaba jugando a un videojuego. A veces me preguntaba quién era realmente el mayor de los dos.

—¡Vaya, lo siento! ¿Está Kristen contigo? Quería preguntarle algo.

—Está abajo, ayudando a mamá —dijo Will en un tono más tranquilo.

—Vale, gracias. Perdón por lo de la puerta.

—Tranquila, está bien. No debería haberte gritado así. ¿Necesitas algo más?

—No —dije.

Will asintió y cerró la puerta, para volver a su juego, supongo.

Encontré a Kristen abajo. —Kristen, ¿puedes ayudarme a elegir algo para ponerme esta noche? —le pregunté.

—Por supuesto —respondió—. Si quieres, también puedo peinarte y maquillarte.

—¡Genial! No tenemos tiempo que perder entonces. —Cogí la mano de Kristen y la llevé a mi habitación.

Estaba tan emocionada... Iba a estar tan guapa, y Finn estaría allí para verlo.

—Gracias por esto —le dije a Kristen—. Sé que con tu ayuda voy a quedar preciosa.

—Es un placer. Pero sabes que no necesitas nada de esto para estar preciosa. Eres guapísima al natural. Ahora, echemos un vistazo a tu armario.

Eligió una blusa color crema y la combinó con un pichi vaquero azul de cuello cuadrado y unos zapatos negros. E conjunto, el peinado y el maquillaje eran perfectos.

Cuando terminamos, Kristen se fue a la habitación de mi hermano para prepararse también.

Mamá y papá se fueron a pasar la noche fuera después de que Will les prometiera al menos cien veces que cuidaría de mí y que no me pasaría nada mientras estuviera a su cargo.

—¿Puedes abrir la puerta, Jamie? —me preguntó Will cuando sonó el timbre.

—Por eso dijiste que podía quedarme, ¿no? —refunfuñé—. ¡Para poder ser tu mayordomo personal!

Increíble.

—Jamie, sabes que te quiero, pero no empieces.

¡Típico! Sabía que era demasiado bueno para ser verdad.

Pero cuando abrí la puerta y encontré a Finn al otro lado, decidí que no me importaba hacer de mayordomo por esta vez. No me importaba en absoluto.

—Jem, qué alegría verte aquí —dijo Finn con una sonrisa en la cara.

—¡Qué gracioso eres! —Le devolví la sonrisa.

—Oye, ¿qué haces todavía de pie en la puerta? —preguntó Nathalie, acercándose por detrás de Finn—. Oh, hola Janie —añadió, al verme allí de pie con él.

—¡Es Jamie! —Casi le grité.

Me ignoró deliberadamente, cogió la mano de Finn y entró en mi casa.

No podía entender qué tenía ella de genial para atraer la atención de Finn. Quiero decir, parecía una cabeza hueca.

¿Por qué no podía tener la misma edad que ellos? Tal vez entonces Finn finalmente se fijaría en mí.

Sigue soñando. Eso nunca sucederá.

Tenía razón. Yo era la mayordomo, la que abría la puerta. Tal vez eso era algo bueno. Al menos así no tenía que ver a Finn besándose a otra chica.

Genial, ahora sonaba como si estuviera celosa. Y obviamente lo estaba. Lo amaba. Pero tenía que olvidarlo. Las cosas serían más fáciles una vez que se fuera. No tendría que verlo tanto.

No, eso también era mentira. Sólo pensar que se iba me rompía el corazón. Le echaría mucho de menos.

Genial, ahora tenía que ir al baño antes de quedar en ridículo delante de todos echándome a llorar. Odiaba tener trece años.

Decidí ir al de arriba porque allí no se le permitía subir a nadie. Las normas no se me aplicaban a mí porque yo vivía aquí.

Abrí la puerta del baño y vi algo que no me esperaba. Allí, delante de mí, Nathalie estaba besando a alguien en los labios, alguien que no era Finn.

—Lo siento. No lo sabía. —Salí lo más rápido posible.

Antes de que pudiera siquiera pensar en hacer algo con esta nueva información, Nathalie me agarró por el codo y me empujó contra la pared, no lo bastante fuerte como para hacerme daño, pero sí lo suficiente como para asustarme.

—Escucha, señorita, si le dices algo a Finn, le diré lo que realmente sientes por él —dijo—. ¿Qué? ¿Pensaste que no me había dado cuenta de cómo lo miras?

Empecé a temblar de miedo, no por ella, sino por su amenaza. No quería que Finn se enterara, no así.

—Cuidado, es la hermana pequeña de Will. No quiero ningún problema con él. —El chico al que Nathalie había estado besando en el baño vino a mi rescate, bueno, si a esto se le podía llamar rescate.

—¿Qué coño está pasando aquí? Suelta a mi hermana, ¡ahora! —Me sentí aliviada al oír la voz de mi hermano.

—Yo ya me iba. —El tipo intentó salir corriendo.

—No, quédate donde estás —exigió Will antes de volverse hacia mí—. ¿Jamie?

—No me digas que vas a hacerle caso a una cría. Sólo mentirá —le dijo Nathalie a mi hermano.

—Sólo te tolero porque eres la novia de Finn. No me presiones. Además, mi hermana nunca me mentiría.

—Eh, ¿qué pasa aquí? La fiesta es abajo —dijo Finn, uniéndose a nosotros.

—Jamie, sigo esperando tu explicación —dijo Will, sin dejar de mirarme.

La presencia de mi hermano me dio fuerzas para hablar. Mirando a Finn, recé para que me perdonara.

—Subí para ir al baño y, cuando abrí la puerta, vi a Nathalie besando a ese chico y no en la mejilla. Entonces me agarró y me empujó contra la pared y me amenazó para que no dijera nada.

—¡Jamie, vete a tu habitación ahora! —me ordenó Will.

Mirando a Finn, me di cuenta de que estaba muy enfadado. No quería montar una escena, así que hice exactamente lo que mi hermano me pidió.

Kristen, que debía de haber subido con Will, abrió la puerta de mi habitación y entró conmigo.

—La he cagado, ¿verdad? —le pregunté.

—No te preocupes. ¿Cómo te encuentras? —me preguntó sentándose a mi lado.

—Un poco mejor.

—A decir verdad, nunca me gustó Nathalie —dijo—. No sé qué ve Finn en ella. Al menos llegó a saber la verdad sobre ella antes de irse a la universidad.

Puse su mano entre las mías, pensando que si hubiera tenido una hermana me habría gustado que fuera como Kristen. Mi hermano había encontrado una buena chica.

—¿Crees que está enfadado conmigo? —pregunté, refiriéndome a Finn.

Antes de que pudiera responderme, llamaron a mi puerta. Kristen me soltó la mano y fue a abrirla antes de salir y dejar entrar a Finn.

No podía mirarle, así que decidí mantener los ojos fijos en el suelo.

—Jamie, mírame —me dijo una vez estuvo sentado a mi lado.

No me llamó Jem. Debía estar enfadado conmigo.

—Lo siento —susurré mientras una sola lágrima escapaba de mis ojos.

Me agarró la barbilla para que lo mirara. —No tienes nada por lo que disculparte. Nada de esto es culpa tuya. —Me secó las lágrimas con el pulgar y me besó la frente.

—Ahora mejor me voy antes de que tu hermano venga y me patee el culo por entrar en tu habitación.

—¿Entonces no estás enfadado conmigo?

—Nunca podría enfadarme con mi Jem. —Con eso, salió de mi habitación.

¿Cómo iba a dejar de quererle si era tan bueno conmigo?

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