Resistiendo a Darius - Portada del libro

Resistiendo a Darius

Nicole Riddley

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

¿Cuánto tiempo puedes resistirte a la voluntad de tu corazón? La respuesta es... hasta que no puedes más y tienes que luchar tu destino. ¿Qué harán Darius y Penny cuando se encuentren en esa situación? ¿Aplacarán sus instintos o lucharán por su amor?

Clasificación por edades: 18+

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El hombre lobo entre la muchedumbre.

PENNY

La conferencia se alarga. Reprimo las ganas de bostezar. ¿Por qué estoy aquí de nuevo? Oh sí, para vivir una experiencia universitaria.

Miro a mi alrededor. Soy la única mujer loba en esta sala de conferencias. La única mujer loba entre la muchedumbre.

¡Ay! Un codo me empuja, y me giro para fruncir el ceño a mi amiga humana Lily. Ella se ríe y me agarra del brazo para acercarme y susurrarme al oído: —Mira a ese bombón de ahí.

Dibuja una flecha en mi cuaderno señalando a un tipo sentado dos filas delante de nosotros. Solo puedo verle la nuca, pero parece estar bien.

Alto, hombros anchos, y un pelo rubio oscuro corto. Así que este es el tipo del que mis tres amigas humanas susurraban y soltaban unas risitas.

¿Qué posibilidades hay de que encuentre chicas afines a mí y que estén tan locas por los chicos como yo en una universidad como ésta? Enorme. Me hice amiga de Lily, Amanda y Keisha la primera semana que llegué.

—Prometedor —Apunto en el bloc junto a la flecha.

—¿Prometedor? Penny, ¡está buenísimo! —exclama Amanda en un fuerte susurro en cuanto ve lo que he escrito. Unos cuantos alumnos se giran para mirarnos con irritación.

Lily se gira hacia las demás y empiezan a susurrar y a reírse de nuevo. Lucho contra el impulso de poner los ojos en blanco. Son tan parecidas a las chicas del instituto.

Bueno, tal vez sea porque llegaron aquí justo después del instituto. Tuve tres años para crecer un poco, aunque dudo que parezca tener más de dieciocho años... O, si fuera sincera, que me comporte mucho mejor.

Intento tomar nota y los nombres de los autores y los títulos de las lecturas sugeridas garabateados en la pizarra.

—Vale, señorita prometedora —susurra Lily, volviéndose a mirar hacia mí—. Te retamos a que vayas a hablar con el señor Cachondo justo después de la clase.

Me mira con suficiencia. Oh, no me acobardo ante los retos. Nunca. Ella lo sabe.

—¿Qué consigo con eso? —le pregunto.

—Un capuchino de tu cafetería favorita a cambio de su nombre y número de teléfono —responde Amanda desde su lado.

—Todo tu almuerzo, y eso incluye patatas fritas, todo pagado si consigues que se una a nosotras para comer hoy —añade Keisha.

—¿Además de ese capuchino? —les pregunto. Al ver que asienten con la cabeza, digo—: ¡Hecho!

Empiezo a recoger mis cosas. Tengo que ser rápida para atrapar a ese «bombón» antes de que salga de la sala de conferencias.

Llevo aquí casi un mes. Vivo con los licántropos, pero intento no pasar todo el tiempo con ellos.

No es que no disfrute de su compañía, especialmente de Genesis y Serena, pero tienen sus compañeros. Cada vez que paso tiempo con ellas, me siento un poco sujetavelas.

Su estrecha y cariñosa relación con sus compañeros me recuerda lo sola que estoy. Además, Genesis está muy comprometida con su arte. Ella y Constantine siempre tienen su sesión de pintura.

Sesión de pintura. ¡Ja! Como si no supiéramos lo que se traen entre manos.

La conferencia termina y nuestro objetivo se levanta. Es hora de mover el culo antes de que el «bombón» se escape.

—Sacad vuestro dinero, zorras. Prepararos para pagar mi almuerzo —les murmuro con una sonrisa y un guiño mientras me levanto y me dirijo hacia el «bombón».

Las vistas desde el frente son realmente buenas. El «bombón» no está tan mal para ser un humano. Mide alrededor de 1,80 metros, tiene un buen cuerpo, ojos grises oscuros y pelo rubio oscuro.

No es ni de lejos tan guapo como Darius, dice una vocecita molesta en mi cabeza que no se calla.

Sacudo un poco la cabeza. Estoy aquí para olvidarme de ese licántropo. Olvidar los tres años que he desperdiciado con un hombre que no me quiere.

No importa que no pase un día sin que piense en él. No importa que me duela el corazón cada minuto del día. No importa que haya un agujero del tamaño de Darius en mi corazón.

También está la rabia que conlleva.

Estúpida Penny. Estúpida, estúpida Penny. ¡Ahora, concéntrate!

Le enseño al «bombón» que tengo delante una sonrisita coqueta.

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